Uno de los ejes principales de la dinámica de juego Asuwada es la Propaganda como fenómeno social y literario. Lo explicamos en el artículo Propaganda: La manipulación como herramienta de (co)creación discursiva.
El otro eje forma el Encuentro, una relación conflictiva con capacidad constructiva y creativa, mediante la cuál se desarrolla la persona.
En el libro Principles of Liberty [Principios de la Libertad] 1 Tabea Hirzel cita a Laín Entralgo 2 3 y, más adelante de forma más pragmática, a Christies 4 para explicar porqué y cómo los conflictos son un recurso personal, un bien sobre el cuál se construye la persona. Esta idea está diametral opuesta a nuestra intuición y en el libro se explica de forma bastante abstract.
Por esto vamos a explicarlo aquí en pasos más concretos y directamente ligados a su uso en el juego Asuwada.
No son un recurso más, sino el único recurso del cuál puede emerger un acto genuinamente creativo, y en su forma más básica un acto de auténtico discurso. Es este acto discursivo es lo que nos eleva y nos distingue como personas de la masa de materia inerte; es decir, es lo que nos hace personas.
La RAE define el conflicto como en términos bélicos como enfrentamiento específicamente armado, y en el ámbito de psicología indiviual y social como enfrentamiento, contradicción y una situación de difícil salida, un tema o problema discutible 5. No deja mucho espacio para pensar que sea algo bueno, tal vez incluso beneficioso, y nisiquiera se menciona la idea de la oposición en relación con este concepto.
Es en la difinición del término encuentro dónde encontramos toda esta ambigüedad que Laín Entralgo describe.
encuentro6.
De encontrar.
1. m. Acto de coincidir en un punto dos o más cosas, a veces chocando una contra otra.
2. m. Acto de encontrarse (‖ dar con alguien o algo).
3. m. Oposición, contradicción.
La abstracción de uno mismo
Laín Entralgo describe el fenómeno como una forma de crear una
abstracción de uno mismo. Esto quiere decir que uno deja de simplemente
sentir y actuar y comienza a pensar sobre sí mismo. A primera vista no
parece algo tan abstracto pensar sobre uno mismo, ya que es algo que
hacemos a diario. Pero requiere la abilidad de imaginarse a uno mismo,
es decir ponerse su propia imagen en frente de uno mismo, simbólicamente
hablado.
El jugador como personaje (avatar)
En el juego Asuwada esto se experimente en varios niveles. En primer lugar, para empezar el juego debemos poner nuestro nombre en la tabla de agentes o agenes de juego. Parece algo inofensivo, pero cuando miramos a la lista completa de agentes nos daremos cuenta que encontramos nuestro nombre en la misma lista con Napoleón Bonaparte, y también con algún panadero desconocido, que vivían siglos atrás y que iremos a usar como personajes, es decir figuras en un juego. Verse como una simple figura en un juego no es algo demasiado halagador. Esta ambigüedad, este efecto de verse con nombres de difuntos, pasivos e incapaces de responder a nuestras atrevidas interpretaciones de sus vidas, nos recuerda que dentro de no mucho también acabermos así, como un recuerdo en a la memoria de los que viene después de nosotros. Podría hacernos reflexionar sobre lo efímero de la vida y nuestra propia mortalidad, pero no nos parece el principal reto aquí. Lo interesante es esta tensión entre ser un agente, actuando en un juego, y verse como un posible personaje, un elemento pasivo dentro de un juego. Esto simula el fenómeno de abstraherse a si mismo, de entenderse a uno mismo como un objeto y no solamente un sujeto de la acción.
En los actuales vídeojuegos de mundos abiertos, donde podemos elegir un avatar que nos representa, este dilema se soluciona de una forma lúdica y a menudo la identificación con este avatar llega a ser muy fuerte.
La identificación con personajes de la narrativa ("nuestro protagonista)
Más adelante en el juego hacemos una selección de personajes en funcción de la narrativa que deseamos contar. La narrativa de nuestra comunidad gira alrededor de uno o varios problemas actuales que nos afectan personalmente. Por lo tanto, los personajes que elegimos deben ser personas del pasado que vivían algún dilema comparable. Esto requiere que nos identificamos con sus actos, sea como ejemplo negativo, creando un villano o antagonista, sea como modelo a seguir, creando un héroe o un protagonista. La identificación con personajes históricos es no solamente una abstracción en segundo lugar, sino también a un nivel más alto. Ya no se trata de convertirse como persona en una imagen de sí mismo, sino también de asociar esta imagen con la de otra persona. Este personaje, en cierto modo, no es solamente un objeto de estudio, sino también un representante de nosotros en el juego, nuestro punto de vista, nuestra voz y posicionamiento, dentro de un narrativa. Esto no ocurre tanto con la identificación de un solo personaje, sino más bien con la selección completa del conjunto. Entre todos, ellos crean y difunden el mensaje que nuestra narrativa quiere promover; nuestro mensaje, nuestra visión del mundo.
La identificación con una narrativa colaborativa
En tercer lugar, y a un nivel de abstracción aún más complejo, nos debemos finalmente decidir por una narrativa. En otro lugar entramos en más detalles de qué manera se compone esta narrativa. Aquí solo cabe subrayar que no habrá una narrativa completamente nuestra. El juego Asuwada no solo es un juego participativo, sino sobre todo colaborativo. En todo el momento hay un sin fin de enredos entre contribuciones, revisiones e interpretaciones nuestras y las de los demás jugadores. En todo el proceso hay varias formas y oportunidades de negociar estas decisiones de juego y aceptar unos, rechazando otros. Esto conlleva una identificación con otros jugadores, no necesariamente de nuestro grupo.
Conciencia mediante oposición
Como hemos podido observar en el párafo anterior, nos damos cuenta de nosotros como potencial objeto de observación y estudio gracias a poner nuestro nombre al lado con otros nombres, no nombres cualquieras de otros jugadores, sino de no jugadores, de gente que ya no existe. Es este enfrentamiento a varios niveles del juego que nos hace gradualmente más concientes también de nuestras propias intenciones y de nuestra propia historia de la vida. La abstracción de uno mismo genera una conciencia del yo, una auto-conciencia, por medio de apercibir a los demás como algo diferente de nosotros, o opuestos a nuestros interéses.
Holguín y Martín-Fiorino resumen esta idea principal, expresado por Láin Entralgo, de la siguiente manera 7:
Para Laín (1968) se produce el encuentro cuando “un hombre adquiere conciencia de que ante él hay otro hombre” (pp. 57-58). El hecho de que surja en el primero ese contenido de conciencia – la certidumbre empírica de que existe «otro» –, eso es, para él, el encuentro; y tal es, reducida a su expresión más concisa, la esencia misma del encontrarse.
La oposición como un bien
En resumen, Laín Entralgo es nuestra mejor referencia para describir el fenómeno de hacerse persona, la antropología, mediante el enfrentamiento de opoustos, la alteridad, o como lo llama él; el Otro. Pero su teoría queda altamente filosófica y académica. Su práctica giraba alrededor de la bioética, su propia experiencia en la Guerra Civil Española y su rechazo de la violencia política. Pero nosotros en nuestro juego no nos vemos realmente obligados a tomar decisiones sobre vida y muerte.
Un autor que buscaba acercarse al mismo problema desde una práctica más cercana es el sociologo e criminologo noruego Nils Christies. Una de sus principales preocupaciones era hacernos entender que muchos de nuestros problemas en la sociedad actual originan en nuestro rechazo de la violencia y del crimen como algo categóricamente malo. Este rechazo no solo nos hace propense a la negación del potencial de violencia y la violencia dentro de nosotros, como algo que pertenece a los otros, algo que sólo hacen los otros, sino también nos priva de la oportunidad de usar este potencial como algo positivo.
Christie señala que la historiografía y especialmente la didáctica de la historia son un ámbito especialmente sensible a esta temática. En mucho países europeos es común de estilizar el crimen, y en mayor grado el crimen contra la humanidad como algo ajeno, casi exótico y porsupuesto, de manera llana y simple, como algo profundamente malo. Así existe cierto turismo escolar y académico desde otros países europeos a lugares comemorativos de los crimenes contra la humanidad en la Alemania Nazi; incluyendo visitas a campos de concentración nazi, lugares documentales de conmemoración del Holocausto. Estas visitas, a menudo organizadas con la mejor intención de concienciar a los jóvenes, por regla general carecen de toda conexión con la propia experiencia vital. Esto se hace aún más evidente, considerando que tales lugares existen en la mayor parte de las regiones y países europeos. En principio no requieren un desplazamiento hacia un lugar del mal, ya que el mal está en todos nosotros.
El gozo por el mal
Alguién quién profundizó en esta idea de que el mal está en todos nosotros fue el suizo Eugen Sorg, psicoterapeuta y delegado de la Cruz Roja. Como reportero, Eugen Sorg viajó desde Suiza a regiones de guerra civil y crisis. Vio violencia en todas partes y experimentó con qué facilidad y voluntad se pueden anular la vergüenza y la conciencia. Su informe es una respuesta incómoda a la pregunta de por qué la gente común se convierte en perpetradores despiadados.
En su libro Die Lust am Bösen [El gozo por el mal] explica como el mal es algo propio del ser humano, de todos nosotros, propio en el sentido de una propiedad como lo llama Christies; un bien, (como en un bien económico). La palabra alemana Lust no encuentra una traducción fácil en castellano, pero abarca la idea de que existe una predisposición natural de hacer el mal, es decir, hacer sufrir a otros, que este acto, en circunstancia bien definidas, puede causarnos placeres físicos, psicológicos y espirituales, en forma de un gozo, pero también se puede convertir en un vicio, hasta tal punto que nos vemos obligados de hacer el mal, no por una orden de terceros, sino por un impulso perverso generado mediante unas condiciones destructivas para nuestra existencia. Sorg lo deja ahí, en un análisis minucioso, basado un un gran número de relatos de experiencias personales y entrevistas con algunos de los criminales más atroces de nuestra historia actual.
Todo esto coincide con los estudios de Christies. Pero Christies va más allá. No quiere solo analizar sino también proponer soluciones. Fiel al principio de Hölderlin "allí donde está el peligro, crece también lo que salva", Christies propone de usar el mismo instinto destructivo como algo constructivo, basado en la idea de que los humanos no hacemos el mal porque deseamos ser malos en un sentido moral, sino como un mecanismo de la preservación de nuestra persona.
Allí donde está el peligro, crece también lo que salva.
En contraste, Sorg probablemente no estaría del todo de acuerdo con este enfoque, ya que afirma que algunas personas son malas de por si, incurablemente. No es el lugar, ni tenemos el espacio aquí para entrar en este interesante debate, si las personas malas nacen así o se hacen así. Aquí, en nuestro juego tampoco es algo que nos preocupa. Asumimos que todos tenemos el potencial de hacer el mal o el bien, y que todos a veces hacemos algo malo, incluso porque deseamos de hacerlo.
¿Las personas malas nacen así o se hacen así?
Antes de seguir con la propuesta de convertir el deseo por el mal en algo que sirve para un bien, hay que definir a qué nos referimos con el mal.
Nos interesan dos formas de entender el mal aquí. Primer, el mal es simplemente una acción destructiva, que rechaza y anula la vida. Segundo, el mal es una acción que se opone a los intereses de otros.
En primer lugar parecen dos conceptos muy distintos. Cuando pensamos en anular la vida, pensamos en asesinos y asesinas en serie, torturadores y torturadoras, así como genocidas. No obstante, cualquier acción que no promueve la vida, la anula. Es el filósofo Albert Schweitzer quien nos enseña, que la definición del mal de lo destructivo es tan simple, y a la vez tan dura. Porque demuestra que es imposible ser humano y siempre eligir el mal. A veces no existe ni siquiera un mal menor, sólo decisiones entre dos males. Por esto dice que "la buena conciencia es del diablo". Con esto quiere expresar que cualquiera que se siente no solo libre del mal, sino capacitado de hacer siempre el bien, es un hipócrita. Aún así, explica, que merece la pena intentar siempre hacer el bien aunque a veces fracasamos. Esta actitud la llama optimismo trágico.
La buena conciencia es del diablo.
Esta visión de Schweizer puede parecer casi igual de deprimiento que la de Sorg, si no más, ya que ahora no solo debemos aceptar que hay gente mala de por sí, sino que incluso nosotros mismos debemos enfrentarnos, por lo menos puntualmente, a situaciones en las que no nos queda otra que ser malos.
Si ahora le entran ganas de suicidarse, querido lector, querida lectora, le pido que aguarde un poquito más. No es todo tan oscuro. Esto nos pasa por adentrarnos tanto en las cuestiones filosóficas altamente teóricas y abstractas. Y aunque estas cuestiones tan dramáticas tienen su respuesta, aquí me gustaría volver a algo más cercano a nuestra vida propia.
Por suerte la mayoría de nuestros lectores no tienen que enfrentarse ahora a genocidas y asesinos, pero sí, luchan contra adicciones, el bulling, el mobbing, jóvenes pistoleros, terroristas suicidas, y otros males que por asumidos que los tenemos en nuestras sociedad terminan de la misma manera que las acciones de los genocidas; en muerte. No nos podemos conformar con contemplarlos y decir que forman parte de la naturaleza humana. Reclaman una respuesta. Y Christies quiere darnosla.
En realidad el concepto del mal como un acto que anula la vida y el mal como una oposición al Otro surgen de un mismo mecanizmo, desde el fenómeno de hacerse persona tal como lo describe Laín Entralgo. El proceso del encuentro en el que nos topamos con algún otro y que nos hace concientes de que hay un otro, y por lo tanto también un yo-mismo, no es simplemente un modelo antropológico teórico e ilustrativo. Es una realidad existencial que hemos vivido todos, de una forma más o menos conciente. Y esa es una experiencia altamante dramática, que da miedo, un miedo vital que nos hace temer por nuestra vida.
enfrentamiento a padres, autoridades platzhalter für das Abstrakte otro - la necesidad de formar parte de un grupo, de algo más grande...
1 Hirzel, T. (2015). Principles of Liberty: A Design-based Research on Liberty as A Priori Constitutive Principle of the Social in the Swiss Nation Story. Consultado el 3 de marzo de 2021. https://www.academia.edu/32032532/Principles_of_Liberty_A_Design_based_Research_on_Liberty_as_A_Priori_Constitutive_Principle_of_the_Social_in_the_Swiss_Nation_Story. ↩
2 Laín Entralgo (1961). Teoría y realidad del otro. Vol. 1: El otro como otro yo. Nosotros, tú y yo. Consultado el 06 de marzo de 2021: http://www.cervantesvirtual.com/obra/teoria-y-realidad-del-otro-vol-2-otredad-y-projimidad/. ↩
3 Laín Entralgo (1961). Teoría y realidad del otro. Vol. 2: Otredad y projimidad. Consultado el 06 de marzo de 2021: http://www.cervantesvirtual.com/obra/teoria-y-realidad-del-otro-vol-1-el-otro-como-otro-yo-nosotros-tu-y-yo/. ↩
4 Christies (2021). Diccionario de la lengua española. Conflicto. Consultado el 06 de marzo de 2021: https://dle.rae.es/conflicto. ↩
5 Real Académia Española (2021). Diccionario de la lengua española. Conflicto. Consultado el 06 de marzo de 2021: https://dle.rae.es/conflicto. ↩
6 Real Académia Española (2021). Diccionario de la lengua española. Encuentro. Consultado el 06 de marzo de 2021: https://dle.rae.es/encuentro. ↩
7 Holguín,A. x Martin-Fiorino, V. (2019) . El concepto de encuentro interhumano en Pedro Laín Entralgo: Una reflexión necesaria. Orbis núm 43 (año 15) 18-32. Consultado el 06 de marzo de 2021: http://www.revistaorbis.org/pdf/43/art2.pdf. ↩